El matcha se ha convertido en una de esas palabras que todo el mundo ha escuchado alguna vez, incluso quienes no son especialmente fans del té. Verde vibrante, con un sabor profundo y característico, este polvo milenario ha logrado hacerse un hueco en el día a día de muchas personas… y también en la carta de Élez, donde preparamos un matcha riquísimo. Como muchas de vosotras nos decís, no tiene comparación. ¿Pero merece la fama que tiene o es tan sólo una moda pasajera más?
No lo ha inventado Instagram
Antes de que apareciera en las stories de Instagram o en los reels de TikTok, el matcha tenía ya una larguísima historia. Originario de China pero profundamente desarrollado y arraigado en la cultura japonesa, este té verde molido comenzó a utilizarse hace siglos por monjes budistas que buscaban mantenerse alerta y concentrados durante largas sesiones de meditación. En Japón se convirtió en el centro de una ceremonia espiritual y estética, el chanoyu, donde preparar y beber matcha no era simplemente tomar té, sino todo un arte: un momento de atención plena, de respeto y de conexión con el presente.
Una cadena interminable de beneficios
A diferencia de otros tés verdes, el matcha no se infusiona: se consume en polvo, es decir, se bebe la hoja entera disuelta en agua caliente (aunque muchas también nos lo pedís bien fresquito). Esto lo convierte en una bebida especialmente rica en antioxidantes. Entre ellos las catequinas, que ayudan a proteger nuestras células del envejecimiento y el estrés oxidativo. También contiene L-teanina, un aminoácido que, combinado con la cafeína natural del té, produce un efecto de energía sostenida y concentración serena. Nada de subidón y caída, como a veces pasa con el café. Es, literalmente, una bebida pensada para sentirse bien.
Hoy en día, claro, el matcha ha salido de los templos zen y ha llegado a cafeterías, cocinas modernas y perfiles de redes sociales de todo el mundo. Muchas influencers lo han convertido en parte de su rutina diaria, ya sea como un ritual saludable, como una alternativa más «clean» al café o simplemente porque —hay que decirlo— queda precioso en las fotos. Pero más allá de la estética (que sí, nos encanta), lo cierto es que el matcha se ha ganado su lugar en la vida de muchas personas por lo bien que sienta. En Élez lo ofrecemos como bebida caliente o fría, con leche normal o vegetal, siempre preparado al momento y con ingredientes de calidad. Lo batimos como manda la tradición, hasta conseguir esa textura cremosa y uniforme que lo hace tan especial. Muchas clientas nos han dicho que es uno de los mejores que han probado, y alguna incluso confiesa que viene desde la otra punta de Madrid solo por tomárselo aquí, en su rincón favorito.
Empieza por un matcha en Élez
Más allá de sus propiedades saludables o de su aspecto fotogénico, hay algo muy reconfortante en una taza de matcha bien preparada. Quizás sea ese equilibrio entre lo suave y lo intenso, ese color verde que transmite calma, o simplemente la sensación de hacer una pausa consciente. Porque sí, el matcha también es eso: una pequeña pausa en medio del ruido, un momento para respirar hondo y saborear el ahora.
Y si todavía no lo has probado, ya sabes: en nuestro local lo preparamos con cariño, con buenos ingredientes y, sobre todo, con muchas ganas de compartir contigo uno de esos pequeños placeres que hacen que el día sea un poco mejor.